jueves, 13 de diciembre de 2007

Roma, crónica de un caos (parte I)

Ya estoy en Roma, han pasado unos días y aun no logro acostumbrarme a cruzar las calles como acto de fe. Trate de hacer la llegada lo más parecida, en cuanto a caótica, a la ciudad. Sin habitación, sin saber muy bien que hago, en fin... esa cosas básicas. El vuelo salio con retraso debido a muchos factores muy latinos, pero la llegada a Roma fue casi puntual. Recomendación: si tienes que hacer un cambio de avión sacando maletas en Roma, usar estrategia T4: vuelos con muchas horas de diferencia entre si.

El primer día me ha acompañado un buen tiempo, lo justo para comenzar la búsqueda desesperada de un lugar donde dormir. En mi bolsillo un par de teléfonos, (literalmente un par, es decir dos) uno de un chico argentino que me podía alquilar una habitación y otro de una señora muy cerca de la estación central (Termini) en Roma, que me dieron en una oficina de erasmus.

Visito a mi primer candidato y única esperanza, hasta el momento, debido a mi capacidad de comunicación. La casa queda un poco alejada del centro, mas o menos como vivo en madrid, pero el transporte aquí no es como el de madrid (que raro suena esas palabras en mi), así que en un gesto muy previsor me dispuse a poder medir el tiempo entre la casa y el laboratorio, pero antes debía conocer a la gente de la casa. El primer contacto, todo muy bien con la gente, pero cuando quedamos, el chico argentino y yo, me comienza a explicar un tremendo drama. El se estaba separando de su chica, que ya tenia otro chico, pero que aun vivía con él, y que por eso no sabia si podría darme la habitación, al no saber cuando se iría ella, pero que me respondería por la tarde. En ese momento sentí que se me venia Roma encima. Bueno apreté.... y me fui a realizar mi súper medición de tiempo. Tarde alrededor de una hora y media en llegar al laboratorio. Al llegar
nadie sabia quien era ni que hacia allí. Tampoco había mucha gente, y los que me esperaban no estaban. Si antes se me vino Roma encima ahora ya tenia acuesta hasta Milan. Bastante contrariado, recordé las palabras mágicas "si la vida te da la espalda, agárrale el culo" así que me fui a termini y llame al numero de teléfono que tenia y hable con la señora Giustini. Me pregunto cómo conseguí su número y como pude le dí mis datos y la explicación pertinente. en media hora Rodriguito estaba en el portal de la casa de la señora Giustini. Ufff.... 5 piso sin ascensor, casa antigua, escalera interminable.... una vez arriba del todo se abre una puerta y asoma una señora de edad con un perrito en sus brazos (imagen de loca del pueblo). Me muestra la habitación me dice el precio. No habla otra cosa que no sea Italiano. Me cuenta que tiene a su hijo muy lejos y que hace 20 años que da albergue a estudiantes por que no le gusta estar sola. Cada momento me parece menos cara de loca, quizás es la necesidad de pasar la noche en un sitio... pero igual le había contado un cuento que esa noche había pagado un hotel en otro sitio, para no tener que dar una respuesta de inmediato, esperando que el argentino me llamara. Me lo pensaba mientras bajaba por la escalera, - “¿que me podía pasar?... son solo dos meses...”- así que ante la incertidumbre del argentino y el precio que cobraba por la habitación y la posibilidad de vivir la familia italiana me decidí quedar con la señora Giustini.

Hasta hoy no me ha matado ni tampoco me ha comido su perro, así que todo marcha mejor. Estoy por fin en el laboratorio esperando a que venga el profesor y hablar un poco de que voy a hacer...

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