lunes, 14 de enero de 2008

Roma, vespas y postes (parte VI)

Las 6 de la mañana, el ruido de la radio se rompe con un "Euro chiama contessa... Euro chiama a Contessa...", en realidad no sé si fueron estas palabras las que me despertaron o los pasos lentos de la señora Giustini.
- Euro estas ahí?... cambio.
- Hola contessa, te estaba esperando, para que me necesitas?... cambio.
- Mira, tengo un problema. A un amigo le están cobrando mucho dinero por reparar una Vespa que a alquilado, que puede hacer?... cambio
- Primero, debe ir a la policía municipal y que allí le asesoren... cambio...

Mientras en mi cama, trataba de apurar los últimos minutos de sueño, antes de que sonara el despertador. Por la mañana y en ese sueño ligero, me pasan por la cabeza las grandes derrotas, los pequeños triunfos, las preocupaciones y anécdotas de una semana hasta ahora.

El viernes debía hacer una presentación sobre el VAMPIRA, para dejar más o menos claro el estado de nuestro conocimiento sobre el tema. A medida que avanzaba en la preparación de la presentación, mi malestar generalizado también. El viernes me pilló con una voz bastante nasal y un aspecto un tanto rudolphiano. Mi presentación marcaba justo la mitad de un "workshop" sacado de la manga por Nardi, aprovechando la presencia de mucha gente que habia pasado por el laboratorio y trabajaba ahora con UAV. Antes que yo un chico italiano con la presentacion "Mini e Micro UAV all'Università di Linkoping". Como mi congestión me abarrotaba, decidí escribir todo lo que diría en unas hojas. Todas las presentaciones estaban siendo en Italiano, la presentación de Gianpaolo de la Uni de Linkoping, era idéntica a la mía, pero con un par de "detalles" que no contaba en el vampira... como la grabación del vuelo del heli con otro heli o la persecución de un coche por parte del heli. Después de esto, entre a la cancha... la sensación, fue la que debe sentir un boxeador amateur que se enfrenta a un profesional, creo haber sentido hasta los mismos espasmos, dado
por mi resfrío. Me enfrente a la sala y no se porque me dio por soltarme, con lo suelto que soy yo en los idiomas. Me salían palabras en italiano, las clásicas muletillas en alemán, y ¿el ingles? -”bien, gracias... dentro de su gravedad”-. Claro el problema se precipitaba cuando me olvidaba la idea de lo que quería decir, con mi alarde políglota había dejado mis notas en otro sitio... disculpas y a leer.
Por lo menos saque en claro que mi ingles escrito a progresado mucho, pero descubrir lo tartamudo que puedo ser me dejo en bajón.

Después de asumir con cierta dignidad mi tartamudez lingüística, me fui al encuentro de la Srta. Naya que venia nuevamente a estas tierras, portando muchas soluciones y aventuras insospechadas por mi. Luego de una espera razonable en Termini llego su bus, habíamos alquilado un apartamento por tres días cerca del coliseo, en la Vía di san giovanni in laterano. El barrio ese día nos recibió con juegos artificiales y la calle completamente ornamentada para la ocasión (edificios con velitas y todo), una cena rápida y al día siguiente alquilar una vespa.
La sensación de conducir en Roma, puede ser más agobiante de lo que se piensa. Ser parte de una de las moscas del trafico, pero siempre una mosca extranjera, no solo llevaba la libertad de desplazamiento sino el desconocimiento del sentido de las calles. Yo, el local, el único camino que recordaba era el como llegar donde la señora giustini. Así que para allá fuimos, subiendo por la Vía cavour hasta llegar a Termini, para luego rodear la estación y avanzar hasta llegar a la Vía
Pretorio (donde esta el muro con escombros/ruinas), la lluvia se hizo presente para aumentar la dificultad, pero ni eso detenía a mi tenaz conductora. Saludamos a la señora Giustini y nos fuimos para que Barbara tomara un poco más de confianza en los mandos de la nave. Ya no llovía, pero los adoquines de San Lorenzo estaban un poco mojados.
En ningún caso pretendo que esto sea una excusa, ni tampoco el decir que tenia poca o ninguna experiencia en motos, pero el asunto es que quise probar el vértigo y las ganas de libertad de la que siempre se asocia a los vehículos. Cuento corto, la arranque para estrellarla contra un poste. Con esto, mucha gente podrá saber porque es mejor que no conduzca. Luego de unas risitas nerviosa y toda la licencia para que Barbara me pueda subir al columpio cuantas veces quiera, nos fuimos a pasar mi risita al cementerio. ¿Extraño lugar para encontrar serenidad?... - “no creo, hay muchos que descansan en paz allí ”-, entre otros uno de los hijos de Garibaldi y un papa (Pio, no recuerdo el
número con el que jugaba, pero me sorprendió que lo encontráramos allí). Cuando la paz se comenzó a transformar en agobio para Barbara nos fuimos en dirección vaticano, sorteando túneles, subidas puentes y trafico. La idea en vaticano era poder entrar al San pietro (los dos ya la conocíamos, así que no fue tan trágico el decidir no entrar al ver la cola, luego en la televisión nos enteraríamos la razón de tanta gente... ese día se serializaban cardenales tipo Ford.)

Una vueltecita por Trastevere para medir como se maneja entre una multitud de gente que pasa olímpicamente de hacerse a un lado y vuelta al apartamento atravesando el tan mentado circo massimo.
Domingo, temprano a devolver la vespa, en un recorrido inverosimil... 400€ por un golpe¡ de nada quiere cobrar el "empleado" en cuestion, como el jefe no estaba quedamos en que volvería el martes, para arreglarlo. Salimos corriendo para ir a comer los Ñoquis de la "Nona"... a la señora Giustini le causo ilusión eso de la Nona.
Estaban impresionantes, pero por culpa del "empleado" no fuimos testigos de su concepción. Un poco preocupado por los “denarios” que costaría mi súper-experiencia nos fuimos al coliseo, que desde la última vez fuimos, siempre me causa risa... - bueno no es el coliseo en si-, pero la imagen de un Japo "machote" vestido tipo Backstreetboy semi desnudo autofotografiandose con el coliseo de fondo, es algo que no se olvida fácilmente... el resto, tranquilo, risas y muy buenos momentos.

La conversación de la "contessa" y "euro" ha terminado, vuelve el ruido blanco. Me levanto y converso con la señora giustini que me dice que es lo que debo hacer para hablar con el tipo de la moto. No me aporto mucha información, pero si mucha voluntad. Fui a hablar con el dueño "Luigi", el "empleado" no estaba, (las ratas arrancan cuando se hunde el barco). Luigi insiste en tratarme de doctor o profesor, situación que no me esfuerzo en cambiar, se disculpa por su "empleado" y me dice que la reparación cuesta 150€ (precio que me sigue pareciendo caro, pero que preguntando en otros talleres con la foto de la moto me saldría más). me aseguraba que las personas de palabra merecen un respeto y hasta me regala un llavero, seguro que ya sabía que había bloqueado mi tarjeta de crédito y que si no aparecía difícilmente podría haber cobrado algo.

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